Frente a esta realidad, la agricultura, sin duda, puso las luces de alerta. Las temperaturas altas -al igual que las heladas en invierno- pueden generar daño en los productos y una merma al final de la temporada.
Y ahí entonces se suma otro problema… cómo aumentar la frecuencia del riego y la hidratación de la planta, si la sequía en la zona central ya suma 13 años.
De manera más visible, existen daños que son patentes como los llamados golpes de sol, que ocurren muchas veces en frutos. Algunas especies son más sensibles que otras, por un daño como quemadura o un bronceado del tejido vegetal, debido a un aumento de la temperatura del tejido, causada por la mezcla de la radicación directa con la temperatura del aire.