Durante varios meses fue de tierra hasta que las autoridades locales, mediante la presión de los vecinos, instalaron faenas y aun cuando siempre se habló de la calle completa, solo se pavimentó media calzada. Con una inversión de 50 millones de pesos se trabajó sobre mil 250 metros cuadrados. Tampoco tenía vereda y la que se hizo, choca con las zarzamoras existentes donde pasa un canal, lo que obliga a las personas a bajar a la calle y eso, con el riesgo de accidente que implica.
Pero el problema no queda ahí y es que, a propósito de la falta de pavimento, los vecinos dicen que ni los colectivos quieren llegar al lugar para no romper sus vehículos, pero además, porque a la salida, la calle cae al camino internacional… no existe ceda el paso, ni disco pare, ni reductores de velocidad y aunque el viraje al poniente está prohibido, poco se respeta. Para que ocurra un accidente grave o fatal dicen, es cosa de tiempo.
Es la realidad que dicen, no les gustaría tener y es que, si bien agradecen todo lo que se ha hecho, que reconocen es bastante, siempre quedan temas pendientes que en este caso podrían haber quedado solucionados con la ejecución de un solo proyecto que tomara el parecer y necesidad de los vecinos. Y claro, se pasó de una calle de tierra a una pista de velocidad, sin lomos de toro, sin señalética y con mayor riesgo de accidentes.