No son tres, ni cinco, ni diez, sino hasta quince minutos los que una persona debe esperar si quiere cumplir con la norma y cruzar con luz verde. Sí, quince minutos. Es lo que ocurre en el semáforo peatonal de avenida Argentina, justo frente al ingreso principal del hospital de Los Andes, donde cada día transitan cientos de personas: adultos mayores, pacientes, trabajadores de la salud y vecinos que simplemente intentan cruzar la calle sin poner su vida en riesgo. La situación es tal que muchos, cansados de la espera, se ven forzados a cruzar en rojo, jugándose literalmente la vida entre una incesante corriente de autos, micros, buses, ambulancias y camiones que circulan desde Maipú, Hermanos Clark o desde el oriente de la misma avenida Argentina. Pero lo más indignante es que quienes sí esperan con paciencia el cambio de luz, tampoco se salvan del peligro, pues luego de más de un cuarto de hora de espera, el semáforo peatonal solo permanece en verde por escasos 40 segundos dejando como resultado a personas con bastones, sillas de ruedas o personas mayores en medio de la calle cuando la luz ya vuelve a cambiar. La situación, que no es nueva, se ha vuelto un verdadero riesgo permanente, y la molestia crece entre los peatones que a diario enfrentan este literal atropello a la seguridad y al sentido común. Nadie entiende cómo, frente a un hospital, puede mantenerse la programación de un semáforo tan desconsiderada, que expone a las personas. Bastaría -dicen los vecinos- con ajustar los tiempos del controlador del semáforo para equilibrar el flujo vehicular y peatonal. Pero, al parecer, la empatía y la voluntad de solucionar este problema siguen en rojo.
No son tres, ni cinco, ni diez, sino hasta quince minutos los que una persona debe esperar si quiere cumplir con la norma y cruzar con luz verde. Sí, quince minutos. Es lo que ocurre en el semáforo peatonal de avenida Argentina, justo frente al ingreso principal del hospital de Los Andes, donde cada día transitan cientos de personas: adultos mayores, pacientes, trabajadores de la salud y vecinos que simplemente intentan cruzar la calle sin poner su vida en riesgo. La situación es tal que muchos, cansados de la espera, se ven forzados a cruzar en rojo, jugándose literalmente la vida entre una incesante corriente de autos, micros, buses, ambulancias y camiones que circulan desde Maipú, Hermanos Clark o desde el oriente de la misma avenida Argentina. Pero lo más indignante es que quienes sí esperan con paciencia el cambio de luz, tampoco se salvan del peligro, pues luego de más de un cuarto de hora de espera, el semáforo peatonal solo permanece en verde por escasos 40 segundos dejando como resultado a personas con bastones, sillas de ruedas o personas mayores en medio de la calle cuando la luz ya vuelve a cambiar. La situación, que no es nueva, se ha vuelto un verdadero riesgo permanente, y la molestia crece entre los peatones que a diario enfrentan este literal atropello a la seguridad y al sentido común. Nadie entiende cómo, frente a un hospital, puede mantenerse la programación de un semáforo tan desconsiderada, que expone a las personas. Bastaría -dicen los vecinos- con ajustar los tiempos del controlador del semáforo para equilibrar el flujo vehicular y peatonal. Pero, al parecer, la empatía y la voluntad de solucionar este problema siguen en rojo.