En un ambiente marcado por la emoción y ternura, los niños y niñas de kínder de la Escuela Ignacio Carrera Pinto en Los Andes, protagonizaron la quinta edición del “Yogui Cuento”, una actividad que se ha convertido en una tradición en el establecimiento desde los tiempos de pandemia. En esta ocasión la obra llamada “El corazón del desierto”, significó el cierre del taller de yoga que acompañó a los pequeños durante dos años, como parte de una práctica formativa y emocional. La actividad sirvió como despedida del espacio de yoga que los niños vivieron durante la etapa parvularia, pero de paso, se transformó en una oportunidad para reconocer cuánto crecieron y cómo cada uno de los personajes del cuento está conectado con sus propias experiencias y emociones. Aun cuando no tienen más de cinco años de edad, la conexión entre ellos, sus educadoras y el yoga quedó reflejada en una obra que emocionó a todos los presentes. El propósito de este tipo de jornadas es dejar presente que el “Yogui Cuento” va más allá de una actividad artística. Es una forma de integrar el bienestar emocional en la educación, permitiendo a los niños y niñas expresar lo que sienten, conectar con su cuerpo y aprender herramientas de autocuidado que llevarán consigo a lo largo de su vida escolar. A medida que avanzan hacia primero básico, estos pequeños protagonistas dejarán atrás sus clases semanales de yoga, pero continuarán con pausas activas que mantendrán viva la conexión con esta disciplina.
En un ambiente marcado por la emoción y ternura, los niños y niñas de kínder de la Escuela Ignacio Carrera Pinto en Los Andes, protagonizaron la quinta edición del “Yogui Cuento”, una actividad que se ha convertido en una tradición en el establecimiento desde los tiempos de pandemia. En esta ocasión la obra llamada “El corazón del desierto”, significó el cierre del taller de yoga que acompañó a los pequeños durante dos años, como parte de una práctica formativa y emocional. La actividad sirvió como despedida del espacio de yoga que los niños vivieron durante la etapa parvularia, pero de paso, se transformó en una oportunidad para reconocer cuánto crecieron y cómo cada uno de los personajes del cuento está conectado con sus propias experiencias y emociones. Aun cuando no tienen más de cinco años de edad, la conexión entre ellos, sus educadoras y el yoga quedó reflejada en una obra que emocionó a todos los presentes. El propósito de este tipo de jornadas es dejar presente que el “Yogui Cuento” va más allá de una actividad artística. Es una forma de integrar el bienestar emocional en la educación, permitiendo a los niños y niñas expresar lo que sienten, conectar con su cuerpo y aprender herramientas de autocuidado que llevarán consigo a lo largo de su vida escolar. A medida que avanzan hacia primero básico, estos pequeños protagonistas dejarán atrás sus clases semanales de yoga, pero continuarán con pausas activas que mantendrán viva la conexión con esta disciplina.